El Arrepentimiento

 

Arrepentimiento es una palabra pasada de moda, no muy usada por los modernistas de nuestros días. El verdadero arrepentimiento y la convicción verdadera son inseparables y son producto de un avivamiento espiritual en el corazón - una obra de regeneración por medio del Espíritu Santo;  pues, una vida espiritual precede un comportamiento espiritual.

 

Arrepentimiento Común es aquel pesar y desconfianza que se manifiesta en una persona después de haber hecho algo indebido. Este arrepentimiento surge del miedo al castigo denunciado en contra del pecado, pero no es acompañado con el odio o desprecio al pecado y al egoísmo. Esta persona tal vez podría lamentar haber cometido una falta, pero no sentirá remordimiento de que ellos han ofendido a un DIOS SANTO. El arrepentimiento natural teme al infierno y tiene miedo al castigo, porque aun los criminales están tristes al enfrentarse con el castigo, pero la tristeza en sí no es el arrepentimiento verdadero.

 

Note algunos ejemplos del arrepentimiento común según las Escrituras: Esaú, en su desesperación se arrepintió y lloró (Génesis 27:38; Hebreos 12:17) y Judas del mismo modo se arrepintió (Mateo 27:3). Esaú y Judas se arrepintieron,  pero ellos no tuvieron “arrepentimiento para vida” (Hechos 11:18).  Esaú fue aborrecido por Dios (Romanos 9:13) y Judas es llamado “diablo” (Juan 6:70).  Ellos no eran de las ovejas de Cristo (Juan 10:26-27). Un arrepentimiento producido por Dios no es solamente la confesión del pecado (Éxodo 10:16-17).  El verdadero arrepentimiento no es solamente confesar que Jesús es el Hijo de Dios (Mateo 8:28-29).  Arrepentimiento no es solamente corregir la conducta (Mateo12:43-45). Arrepentimiento no es solamente llorar en los funerales al darnos cuenta de la muerte de nuestros seres queridos o niños. Eso sólo despierta nuestras emociones y sentimientos.

 

¿Qué Significa el Arrepentimiento?

El arrepentimiento que nos salva se realiza en el corazón renovado a través del poder del Espíritu Santo, con el cual una persona se da cuenta de su lastimoso estado de pecaminosidad. La tristeza por haber ofendido a Dios le humilla (2 Corintios 7:9-10) y le hace aborrecerse a sí mismo y rogar por el perdón de Dios (Job 42:6). El arrepentimiento verdadero consiste de tres cambios:

 

  1. Un Cambio de Mentalidad: El relato en Lucas 15:11-24 generalmente se llama La Parábola del Hijo Pródigo, y nos muestra un cambio de mentalidad, lo cual es el significado esencial del arrepentimiento en la Biblia. El hijo pródigo pidió a su padre la parte de los bienes que le correspondían y “se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente, pero ahora, al regresar, ¡él es realmente diferente! Note las palabras del hijo en el versículo 21: “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. ¡Vea el cambio! Mire también los siguientes pasajes que señalan un cambio de mentalidad (Mateo 21:28-32; Hechos 2:37-41).

 

  1. Un Cambio de Sentimientos: La religión sin emoción es religión sin vida. Muchos quieren gozarse de las promesas de Dios, pero nosotros realmente no podemos regocijarnos hasta reconocer nuestros pecados y entristecernos profundamente de corazón por haber ofendido a Dios. Entonces nos contristamos por causa de nuestros pecados y lloramos amargamente (2 Corintios 7:9-10).

 

3.   Un Cambio de Propósito: Lucas15:18-20 relata el propósito nuevo del hijo. “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; Hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose vino a su padre. La Biblia dice: “Deje el impío su camino (Isaías 55:7).  “Mas el que confiesa y se aparta (de sus pecados) alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). El apóstol Pablo amonestó: “…os convertisteis de los ídolos a Dios...”  (1 Tesalonicenses 1:9). Los hombres deben convertirse “de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos 26:18).  De esclavos del pecado, podemos llegar a ser siervos de Cristo cuando el Omnipotente nos libere del dominio del diablo (2 Timoteo 2:25-26).

 

¿Cómo se produce el arrepentimiento en la vida de una persona?

El arrepentimiento es un regalo de Dios. Él en su Palabra dice: “De manera que también a los gentiles  ha dado Dios arrepentimiento para vida” (Hechos 11:18). Los pecadores primero deben pasar de muerte a vida. El Espíritu Santo es quién da la vida al pecador contristado  (Juan 6:63).  Ningún pecador por sí mismo puede arrepentirse sin contar primero con el poder de Dios. Nuestra salvación es totalmente por la gracia de Dios de principio a fin, incluyendo el regalo del arrepentimiento (Hechos 5:31; Salmo 3:8 y Jonás 2:9).

 

¿Cuáles son los resultados del arrepentimiento?

Así que arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados...  (Hechos 3:19). El arrepentimiento, según las Escrituras, reverencia a Dios, odia el pecado y comprime el corazón del pecador. Cuando la salvación por la gracia de Dios renueve su alma por medio del Espíritu Santo, un pecador está preparado para ver y percibir su pecado. Él se aflige y se humilla ante Dios y esto no es solamente por causa del castigo a su pecado, sino porque Dios ha sido deshonrado y ofendido, sus leyes han sido violadas y ahora el pobre pecador se da cuenta que su propia alma es contaminada y mancillada. ¡El ahora tiene un desprecio al pecado y ama la santidad!

 

Si una persona puede arrepentirse sólo cuando Dios lo concede, ¿por qué predicar sobre el arrepentimiento?

En primer lugar, Lucas 24:47 nos manda así: “Y que se predicasen en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”. En segundo lugar, el mensaje de los profetas fue el arrepentimiento. Juan el bautista predicó “el arrepentimiento (Mateo 3:8). Cristo predicó lo mismo (Mateo 4:17; Marcos 1:15). El mensaje proclamado en el día de Pentecostés fue “Cristo y el arrepentimiento” (Hechos 21), así como también en todo el Nuevo Testamento. “Pero Dios... manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan” (Hechos 17:30).

 

Moisés viajó con el pueblo de Israel por el desierto y llegando a Mara encontraron las aguas amargas. Entonces Dios ordenó a Moisés que echara el árbol en las aguas y cuando Moisés le obedeció, “las aguas se endulzaron” (Éxodo 15:22-25). ¿Fue el árbol la causa del endulzamiento de las aguas o fue por la obediencia de Moisés? Ni lo uno ni lo otro; fue Dios la causa de que las aguas amargas se endulzaran. Tampoco es nuestra obediencia de predicar el arrepentimiento que produce dicho arrepentimiento, pero es Dios y sólo Dios quién es el Autor como tal, quién concede el arrepentimiento a su pueblo por amor a ellos.

 

Convertíos y volveos de vuestros ídolos” (Ezequiel 14:6).

 

Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3, 5).
 

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