El Origen de La Navidad

 Por el Pastor Richard Eckstein 

La Navidad no fue celebrada ni conmemorada de ninguna manera por los apóstoles ni tampoco fue celebrada en las iglesias apostólicas (por lo menos no durante los primeros trescientos años de la historia de ellas.) Tal celebración vino solamente a algunas iglesias con la “cristianización” de ritos paganos ya que la Iglesia Católica fue hecha la religión del Estado por Constantino en el cuarto siglo después de Cristo. La historia revela que alrededor del año 440 después de Cristo la iglesia en Jerusalén comenzó a celebrar la Navidad siguiendo la iniciativa del catolicismo romano.

 

Aparentemente, ya está olvidada la función esencial que desempeñó la religión en el mundo de la Roma Antigua. Sin embargo, Constantino era un inteligente comandante militar y consideró como una “necesidad” efectuar una unión entre el paganismo y el cristianismo. Así, pues, en el año 313 después de Cristo, los misterios religiosos de Babilonia fueron introducidos por Constantino, ya que él trató de incorporar a los paganos en el recién constituido “Santo Imperio Romano”. Dirigida por él, la Iglesia Romana estaba dispuesta a adaptarse y adoptar las prácticas paganas a fin de hacer agradable a los paganos el cristianismo.

 

De esta manera, los rituales e ídolos paganos tomaban los nombres cristianos. Por ejemplo, Jesucristo fue presentado como Sol de Justicia (Malaquías 4:2), sustituyendo al dios sol, Sol Invictus. Las fiestas paganas fueron renombradas como fiestas cristianas. El 25 de diciembre era el festival pagano “Victoria del Dios Sol” en el mundo babilónico y la celebración del Festival de Saturno (La Saturnalia) o del Festival del Invierno en el antiguo Imperio Romano. En cada antigua civilización pagana, se celebraba en esta fecha el nacimiento del dios sol - la época del año cuando los días empezaban a alargarse y el hombre era bendecido con “El Renacimiento de La Naturaleza”. Además, todos los festivales babilónicos y romanos del 25 de diciembre fueron caracterizados por celebraciones de períodos de desenfreno o jolgorios orgiásticos y libertinaje. 

El 25 de diciembre fue particularmente importante en el culto al dios Mitra, un popular dios en el Antiguo Imperio Romano. Robert Myers, defensor de la celebración de Navidad, en su libro, Celebraciones, dice:

“Antes de la celebración de Navidad, el 25 de diciembre en la civilización romana era el Natalis Solis Invicti, el Nacimiento del Sol Invencible. Este festejo, el cual tomó lugar justo después del Festival de Invierno del calendario juliano, fue en honor del dios sol Mitra, inicialmente un dios de la Persia, cuyo culto penetró el mundo romano en el primer siglo antes de Cristo. Además de la influencia religiosa del dios Mitra, otras fuerzas paganas estuvieron obrando. Desde el 17 hasta el 23 de diciembre los romanos celebraban el antiguo festejo de la Saturnalia para conmemorar el Siglo de Oro de Saturno, el dios de la siembra y la agricultura”. 

Sin embargo, como fue mencionado anteriormente, tenía que ser hecho agradable a los paganos el cristianismo. De esa manera, la Iglesia Romana sencillamente tomó el Festival de La Saturnalia y lo adoptó al cristianismo. Eventualmente muchos de los símbolos, formas, costumbres y tradiciones asociados con los paganos fueron renombrados (o sea, cristianizados) de manera aceptable a la fe y práctica cristiana. 

Por lo tanto, al reconocer al cristianismo con una posición de prestigio oficial del Estado, Constantino trajo la paz interna al Imperio. Los paganos acudieron en masa a las capillas católicas, porque siempre podían adorar a sus dioses antiguos, sólo bajo nombres nuevos.  No les importaba la razón de adorar a la diosa madre y su hijo; si bajo los nombres antiguos (Isis y Horus) o si los ídolos llevaban los nombres nuevos de la Virgen María y el Niño Jesús. Para ellos, su religión idólatra siempre era igual. 

Después de la Reformación, los protestantes piadosos en Europa se opusieron completamente a la celebración de la Navidad. Los puritanos y no-conformistas en Inglaterra lo detestaban. En el año 1644, cuando los puritanos controlaban el Parlamento, hicieron una declaración que prohibió cualquier celebración en el día del 25 de diciembre y que lo dejo como día normal de mercado. Se llamaba “el Día    Desenfrenado del Hombre Profano”. Entonces, las autoridades interrumpieron y pusieron fin a las celebraciones navideñas, arrancaron las decoraciones, y detuvieron al que quería hacer un culto y congregarse en ese día. También en Europa encarcelaron a algunos que celebraban la Navidad. 

En América del Norte, los emigrantes protestantes de Europa con razón consideraban la Navidad como día papal; o sea un día feriado católico.  De hecho, la celebración actual en Estados Unidos no fue inventada hasta el principio del siglo 19, por unos de los miembros iniciales de La Sociedad Histórica de Nueva York.  Anteriormente, en Massachusetts era ilegal aun dejar de trabajar el 25 de diciembre. La Navidad fue prohibida como “indecorosa e indigna del bienestar espiritual de la comunidad”. (En el año 1659, establecieron una ley prohibiendo la Navidad en Massachusetts y esa ley permaneció por veinticinco años. En Boston, las escuelas públicas no se cerraban el 25 de diciembre hasta 1870.) Ningún estado declaró como día feriado la Navidad antes de 1836, cuando Alabama fue el primero; pero fue después de la Guerra Civil cuando otros estados hicieron una declaración con respecto al día como feriado. Las costumbres y tradiciones involucradas con la Navidad tenían un fin comercial más que religioso. 

Citando un artículo de “USA Today” del 23 de diciembre de 1983 acerca de la Navidad: “Una gran parte del cristianismo ingles todavía consideraba la celebración navideña una blasfemia pagana. Los puritanos, bautistas, cuáqueros, presbiterianos, calvinistas, y otras denominaciones trajeron esta oposición a Nueva Inglaterra desde el principio, y una fuerte oposición contra la celebración duró en América hasta la mitad del siglo 19. 

Henry Ward Beecher, un congregacionalista, escribió en 1874 acerca de su infancia en Nueva Inglaterra:

“Para mí la Navidad es un día extraño, y así moriré. Cuando yo era niño me preguntaba, ¿qué era la Navidad? Yo sabía que había tal época, porque teníamos una Iglesia Episcopal en nuestra ciudad y siempre que yo miraba cómo los episcopales adornaban su templo con ramas verdes, me preguntaba, ¿para qué llevarían el bosque a la iglesia?, pero no conseguí ninguna explicación satisfactoria. Más tarde entendí que la celebración era una institución romana observada por la Iglesia Romana”. 

Hoy en día, la misma popularidad de la Navidad debe causar al cristiano a ser un poco desconfiado sobre ello. Cualquiera fácilmente puede celebrar la Navidad: uno que es completamente pagano, un cristiano sólo de nombre, o aun el budista e hindú. Si en realidad, el 25 de diciembre fue una fecha puesta por Dios para recordar el nacimiento de Jesús, seguramente el mundo no tendría nada que hacer con esta fiesta. Después de todo, Dios nos designó un día de siete - el día del Señor - para adorarle. ¿Lo guarda el mundo eso? Por supuesto que no. El mundo huye de todo lo que tiene que ver con la verdadera religión, pero como se espera, el mundo ama las fiestas de Navidad, mientras tanto aborrece al Señor Jesucristo (Juan 15:18,23-25). 

Aunque tomamos todo eso en cuenta, sin embargo lo esencial del tema es que en ninguna parte de las Escrituras nos manda a celebrar o conmemorar el nacimiento de nuestro Señor. Dios el Padre evidentemente no lo consideró sabio darnos a conocer la fecha. Desde ese momento, dicha fecha siempre permanece desconocida y no debe ser recordada ni celebrada. De hecho, Dios nos advirtió sobre no tener que enredarnos con ninguno de los días especiales (Gálatas 4:10). Sin embargo, nos manda a recordarlo a Él en su muerte aunque tampoco hay un día especial que fue determinado para esto. “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:23-26; Lucas 22:18-19). 

Conmemorar su muerte es bíblico en cualquier día del año. Conmemorar su nacimiento no es bíblico; incluso es anti-bíblico (Deuteronomio 12:32; Apocalipsis 22:19), aunque uno escoja el 25 de diciembre o cualquier otro día. El Apóstol Pablo dijo: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz (el sacrificio de Su muerte, no del nacimiento) de nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 6:14). No encontramos la salvación en el nacimiento de nuestro Señor; la salvación solamente se hizo posible a través de su muerte. Nuestra fe debe ser en Su sacrificio, no en Su nacimiento. 

Quizás debemos pensar en las palabras del fallecido hermano pastor Charles Haddon Spurgeon, pronunciadas en un sermón del Día del Señor, el 24 de diciembre de1871:

“No tenemos respeto supersticioso acerca de las épocas y los tiempos. Ciertamente no creemos en el arreglo eclesiástico actual llamado Navidad.  Primero, porque no creemos en la misa de ninguna forma; la aborrecemos, aunque sea dicha o cantada en latín o en inglés”.

(Nota: “Christmas” en inglés significa “Christ-mass” (la misa de Cristo).

“Y segundo, porque no encontramos mandato bíblico en absoluto para celebrar algún día como el nacimiento del Salvador. Por consiguiente, esta práctica es una superstición porque no es de una autoridad divina. La superstición ha determinado con toda seguridad el día del nacimiento de nuestro Salvador, aunque no hay posibilidad de descubrir cuando ocurrió esto. No fue hasta la mitad del Tercer Siglo que algunas iglesias celebraban la Navidad de nuestro Señor; y no fue hasta mucho después de que las iglesias del oeste dieron el ejemplo que las iglesias del este la adoptó. El día no es conocido por  medio de la Biblia, por lo tanto la superstición lo determinó. ¿Qué fue la meta de los supersticiosos que insistieron en celebrar la Navidad y siempre en diciembre? Probablemente, los días “santos” fueron planificados para ajustarlos a los festivales paganos. Nos atrevemos a declarar, que si hay algún día en el año del cual podemos estar bastante seguros que no fue el día en el que el Salvador nació, ese es el 25 de diciembre. Sin hacer caso del día, no obstante, demos gracias a Dios por el regalo de su precioso Hijo”. 

En el libro escrito por Alexander Hislop, Las Dos Babilonias: Acerca de La Adoración Papal, leemos:

“Sin duda la Navidad es una fiesta pagana. El tiempo del año y las ceremonias con las cuales se celebra demuestran su origen. Todos aquellos que siguen la costumbre de observar la Navidad no siguen la Biblia, sino ceremonias paganas”. 

Siendo que la Navidad no es un concepto bíblico, ¿por qué supone usted que, cuando se desenmascara su naturaleza real, se enojan aun los protestantes? ¿Quiere saber la razón? Cuando la celebración pagana de la Navidad es desarraigada y desechada, entonces queda rechazada a la vez lo que ha llegado a ser una tradición protestante. Es por eso que las personas responden con enojo. Comenzó como un día santo para la Iglesia Católica y después llegó a ser un día santo para los protestantes también. Entonces, si alguien se atreve a revelar lo que realmente es la tradición, él enfrentará la ira de los protestantes y actualmente eso puede ser muy peligroso. 

En resumen, no hay una autorización, precedente, ni precepto bíblico para recordar el día del nacimiento de Cristo, como un día de celebración religiosa especial. Esto no quiere decir que nosotros no debemos pensar en el nacimiento de Cristo y lo que esto significa. Sólo se requiere un mandato o antecedente bíblico para celebrar o conmemorar un día religioso. Es importante recordar que las iglesias primitivas no celebraron el nacimiento de Cristo, mas tal celebración solamente vino a las iglesias con la “cristianización” de ritos paganos mientras el catolicismo se hizo la religión del Estado por medio de Constantino en el cuarto siglo después de Cristo. Al darse cuenta que la Palabra de Dios no da apoyo a la tradición de la Navidad, la conciencia del cristiano no debe - y no puede - ser atada a esa celebración.

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